Puede que finalmente Pink Floyd no sea un grupo progresivo, pero si alguna vez lo fue seguramente es cuando graban Ummagumma. Esa grandiosa idea de hacer sus composiciones separadamente en el disco de estudio y organizarlas como pequeñas suites es una de las grandes ofrendas que le da esta banda al rock progresivo. Lo más curioso es que para esta época Pink Floyd aún no tenía su sonido ni esa identidad que transmitieron durante toda la década de los 70s, recordemos que eso se encontró en las sesiones de grabación de Meddle en 1971, pero a pesar de todo en este disco podemos observar cómo el sonido de Wright y de Guilmour más adelante se tragraron vivo el sonido Waters que revive en The Wall y cómo desaparece por completo el sonido de Syd Barret. Una de las obras maestras del grupo electrónico más importante de todos los tiempos.
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